lunes, 15 de agosto de 2011

Oveja Negra.

Muchas veces me criticaron por ser "revolucionario", me dijeron mil y una vez que no sacaba nada con ser anarquista, que nunca podría cambiar al mundo, yo jamás intenté cambiar el mundo, mi respuesta siempre fue la misma: Me basta con cambiar a un solo ser humano, con mostrarle la puerta y que si él le llega a cruzar y descubrir que hay un mundo más grande que el viaje de la casa al trabajo y del trabajo a la casa me daría por satisfecho y buscaría al siguiente mortal para liberar su mente.
Nunca me he creído dueño de la verdad, me siento un representante de la duda, de preguntarse a sí mismo si está bien lo que te dicen que está bien, si es necesario pensar en que solo hay que nacer, crecer, estudiar y trabajar, formar una familia, comprar una casa, un auto, un televisor de plasma de dimensiones inútiles, un computador para cada habitación, que tus hijos estudien una buena carrera y que puedas llegar a viejo tomando fotos con tu celular mientras el locutor en off te dice que eres un Despreocupado y no es que no quiera llegar a tener algo así, aquel que diga que la idea de tener solvencia económica no le resulta atractiva es un mentiroso, pero pese a ese gusto adquirido por lo material, porque aun con todo mi discurso cada día me levanto y me pongo mi ropa de marca, subo a mi moto honda y salgo de mi departamento en el barrio Bellas Artes para llegar a mi trabajo en el Parque Arauco, pero sigo siendo el pendejo que a los 20 años un día del joven combatiente al medio de la caramba y samba, luchando con el FER (Frente Estudiantil Revolucionario), me di cuenta que no quería más esto, que el seguir siendo participe de este sistema de la forma en que quieren que participe no es la forma en la cual yo quiero estar incluido en la masa.
Esa tarde y sin previo aviso decidí no volver más a la casa de mis padres y me fui a vivir la vida de la forma más desarraigada que pude lograr, partí quedándome unos días en la calle, esos días se multiplicaron poco a poco, luego me fui a la Okupa del 5 de vicuña, la marraqueta, para mi asombro y pese a haber participado de la toma y liberación de ese inmueble para convertirlo en un centro cultural, me encontré con una casucha de mierda llena de punks que solo buscaban un rincón donde pudrir sus calcetines y ropa, pese a ello me quedé ahí, hasta el día en que fue demolida y me encadené a uno de los pilares y me fui detenido, pero esa ya es otra historia y ya me estoy alejando demasiado del punto al que quería llegar.

Actualmente tengo 31 años, vivo con 6 gatos, los más revoltosos del mundo felino y apoyo la revolución estudiantil, me sumo a cuanta campaña exista en contra de las empresas que quieren explotar nuestros recursos naturales en pro de su enriquecimiento, no me gusta el maltrato animal, defiendo los derechos de la mujer, de los homosexuales y marcho hasta contra las marchas, me paro frente al guanaco y le grito a los pacos que tienen tetas y las pacas que tienen tula. llego a mi departamento para sentarme un rato frente al televisor y ver que cada vez somos más, que los que fuimos 7 mil, llegamos a los 100 mil y planeamos ser 500 mil. Cuando veo estas manifestaciones, me pregunto si lograremos cambiar el mundo y espero que así sea o si logramos que un solo ser humano pueda cambiar su forma de pensar será un triunfo, porque una mente liberada a la conciencia es una mente que puede llegar a liberar a otra.

Me críe con mis padres, mi viejo de derecha, marino en cada rincón de su ser y católico, mi vieja comunista no reconocida, loca a más no poder, de esas personas que como pasó este sábado en la noche en una fiesta familiar, al momento en que nadie bailaba se pone al medio del patio a danzar y gritar "bailen hueones" mientras ríe y huevea como si tuviese los 16 años que cumplía mi primo, comí bebí, le presente la nueva novia a mi familia y de pronto llega mi viejo al cual nunca había visto en el estado en que yo suelo quedar los sábados por la noche y se aproxima a mí con el discurso más inesperado de mi vida.

Me mira y me dice...”¿sabes hijo?, hace unos días estaba ordenando unos papeles y me encontré con una revista Que Pasa, de los tiempos de la revolución pingüina, y en la portada esta un joven de pelo largo, con barba, todo mojado, de negro con bototos de milico, protegiendo del chorro del guanaco a una joven escolar”… me cuenta que un día al salir de su trabajo, pasó al kiosco de siempre a comprar sus cigarrillos y que al mirar las revistas se da cuenta que el hijo que a los 20 años decidió dejar los placeres de vivir en el núcleo familiar, figura a plena portada de la revista como el símbolo de una revolución.

Yo miraba con atención a mi padre, esperaba el momento en que me retara o me dijese que siempre fui, soy y seré la oveja descarriada, el hijo prodigo, etc. etc., pero para mi asombro me dice que la guarda con orgullo, me habla de que en esos años cuando decidí ser independiente y dejar a mi familia en el más absoluto de los desconciertos, mi abuelo le reclamó que como era posible que él hubiese permitido que su hijo fuese anarquista, mi viejo le recuerda que en los tiempos de la unidad popular mi abuelo fue también un chileno que salió a defender lo que piensa, pero que en su caso con un arma en sus manos y que yo hago lo mismo, pero cargando como arma y escudo mis manos limpias y mi corazón libre.

Mi padre parte describiéndose como un marino...”Soy un hombre cuadrado"... me dijo, tengo mis pensamientos de derecha en la política, en lo personal siempre fui conservador y pegado a los valores familiares a sus tradiciones y pensamientos, me llamo Luis como mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo y estoy orgulloso de que mi hijo tenga sus ideales, de que pasen los años y siga siendo el mismo revolucionario de siempre, que nunca siga a nadie más que a su corazón.

lo abracé mientras me caía una lagrima y le dije viejo te amo, eres más bacán que Batman para mí.

Muchas veces me criticaron por intentar cambiar el mundo, pues yo esperaba cambiar por lo menos una mente, mi mayor logro es que con mi vida logré cambiar la del ser que más amo en el mundo, mi padre.